miércoles, 26 de agosto de 2015


El odio es desear que el otro no exista. Es un sentimiento que se experimenta ante ciertas situaciones mediante dos emociones muy potentes, el asco (o la aversión) y la rabia (o la ira), si bien pueden estar mezcladas con otras tales como la tristeza o el miedo.

El asco nos lleva a sentir repugnancia por algo, y si el objeto de esa repugnancia es una persona se puede generar tal rechazo que el disgusto acaso sea insoportable. La rabia, por otro lado, es la emoción que nos permite reconocer situaciones que violan gravemente nuestra escala de valores y actuar para compensarlo.

El odio, aunque es normal experimentarlo en situaciones extremas, es inútil y tiene efectos psicosomáticos y muy dañinos en nosotros mismos haciendo realidad esa frase que dice que el odio es un ácido que destruye el estómago. Por eso es preciso canalizar tales emociones a fin de restaurar el equilibrio que juzgas perdido, proceso en el que el coaching puede serte muy útil. El primer paso: tomar conciencia de lo que sientes, de por qué lo sientes y, sobre todo, de para qué lo sientes. En el 99,9% de las veces, el odio se experimenta con el fin de dar su merecido a quien nos hizo daño. Pero para eso está la rabia, que es la que reclama justicia. Con estrategias de este tipo vamos modulando a la baja el sentimiento para que afloren las acciones efectivas y razonadas que te compensarán por el daño sufrido.

Según el escritor Richard Bach, el odio es el amor sin los datos suficientes. El sacerdote Ignacio Larrañaga lo formulaba de manera similar: si supiéramos comprender no sería necesario perdonar. Ambos coinciden en que nos faltan datos a la hora de juzgar objetivamente las acciones de los demás.




Un aliciente del verano consiste en pasar más tiempo con nuestros hijos. Hoy deseo proporcionarte estrategias para fomentar la comunicación con ellos en modo coach a fin de entrenarlos a pensar de forma eficiente.

 
1. El que pregunta es el que lidera la conversación. Recuerda la distinción entre pregunta abierta (comienza con una partícula interrogativa) y cerrada (comienza con un verbo). Cuantas más preguntas abiertas, mayores posibilidades de entrar en el mapa mental del niño para saber qué piensa de sí mismo, de los demás y del mundo que le rodea.

2. Escucha sin juzgar. Lo peor que le puede pasar a un niño es sentirse desacreditado por alguno de sus progenitores. Atiende a sus respuestas y no las descalifiques diciendo que son tonterías, y mucho menos que el tonto es él. Reoriéntalo para que por sí mismo llegue a la conclusión de que es posible ver las cosas desde distintos puntos de vista.

3. Sólo gritamos cuando tenemos miedo. ¿Cuál es ese miedo que hace que le grites a tu hijo? Lo que duele no son las palabras, sino el tono en que se dicen. Si en algún momento has de actuar con autoridad no te autodesacredites transmitiendo el mensaje de forma inadecuada. Hazlo con firmeza, pero con calma.

4. Si el niño se equivoca pregúntale dónde cree que ha estado el error y qué va a hacer diferente la próxima vez.

5. El niño que responde también tiene la capacidad de preguntar. Trata de no dejar sin respuesta ninguna de sus cuestiones, aunque ello conlleve que le dediques más tiempo del previsto.

Hay padres que se quejan de que sus hijos adolescentes no hablan con ellos. ¿Qué crees que me responden cuando les pregunto cómo fomentaron la comunicación cuando aún eran niños?

miércoles, 12 de agosto de 2015

Diario del Coach - SAN LORENZO




Hoy la Iglesia Católica celebra la festividad de San Lorenzo, mártir del siglo III. Cuenta la historia que el alcalde de Roma, perseguidor de los cristianos, conminó al santo, entonces diácono del Papa San Sixto II y encargado de administrar los bienes eclesiásticos, a que tres días después le entregara las riquezas de la Iglesia. Lorenzo recorrió las calles convocando a cuantas personas pobres, enfermas y discapacitadas a las que ayudaba pudo encontrar, y con ellas se presentó ante el alcalde diciéndole que esas eran las verdaderas riquezas de la Iglesia. Su genial gesto fue castigado con el martirio: murió quemado en una parrilla.

Esto me sirve para explicarte lo que en coaching entendemos por “reencuadre”: cambiar un punto de vista y captar la situación desde un marco diferente y más conveniente. Así, lo que aparentemente es adverso puede convertirse en algo positivo.

El reencuadre surge cada vez que alguien da su opinión y dices algo así como “¡qué interesante! No lo había pensado de esa manera”… Abres posibilidades, dado que al captar la situación desde un nuevo observador eres capaz de expandir tu mapa mental en busca de nuevas salidas más acordes con tus objetivos.

Un truco para reencuadrar en positivo: cuando te suceda algo aparentemente negativo di “¡afortunadamente!”, y luego busca el lado bueno. La semana pasada me quedé sin batería en el coche y un buen amigo acudió a mi llamada para recargarla. Afortunadamente, pues luego pasamos una noche estupenda charlando.

San Lorenzo usó la amenaza del alcalde para dar testimonio sobre lo que es precioso para un cristiano, frente a la idea de riqueza que tenía su enemigo, reencuadrando así la escala de valores.

lunes, 3 de agosto de 2015

Diario del Coach - ¿Sabías que YA tienes un cuerpo 10?


No te confundas: cuando decidí poner el título “Cuerpo 10” a mi columnita de hoy no estaba pensando, ni por asomo, en ningún estándar de belleza: estaba pensando en tu cuerpo y en el mío, que se merecen ese diez independientemente de su aspecto. No es que “tengas” un cuerpo, es que “eres” un cuerpo. O dicho de otro modo, mientras operes en este mundo lo harás corporalmente. Pero ¿cómo te llevas con tu cuerpo? ¿Cómo lo tratas?

Dice un aforismo que cuando no prestamos atención a lo que el cuerpo nos dice éste acaba gritándonos. El cuerpo se comunica con la mente mediante las sensaciones: el hambre, la sed, el calor o el frío, por ejemplo, son alarmas que nos indican que hemos de hacer o dejar de hacer algo para que el cuerpo se mantenga saludable. ¿Qué haces cuando tu cuerpo te habla? ¿Le prestas atención o, por el contrario, pospones sus necesidades priorizando otros aspectos de tu vida? ¿Qué efecto crees que tendrá eso a largo plazo? Y si la alarma corporal que suena es más evidente, como por ejemplo una punzada o una molestia permanente en alguna parte concreta, ¿qué haces?

Dedicamos mucho tiempo a mantener en buen estado distintos instrumentos que utilizamos diariamente, como nuestro coche, nuestro ordenador o nuestros dispositivos móviles. Los actualizamos cuando toca y los revisamos cuando no funcionan como deberían. Y olvidamos la herramienta más importante, valiosa y maravillosa que utilizaremos a lo largo de toda nuestra vida: nuestro cuerpo. Además, el cuerpo es tremendamente generoso: basta con que le des un poco de alimento, de agua, de luz, de movimiento y de descanso para que te dure noventa años.

¿Qué vas a hacer, pues, para mantener tu cuerpo 10?