martes, 28 de julio de 2015

Diario del Coach - PALABRAS DOLOROSAS


Una premisa del coaching es que los humanos somos poderosos porque con el lenguaje somos capaces de cambiar la realidad: un juez dice una sola palabra, culpable o inocente, y le cambia la vida a una persona. Hasta la misma Biblia lo dice, que con la lengua damos vida y damos muerte (Pro 18, 21). Por eso hay ciertas palabras que nos causan dolor, es decir, generan en nosotros estados emocionales no deseados.

- Si lo que se nos dice no es verdad. El sufrimiento proviene de comprobar que nuestro interlocutor actúa conforme a eso que cree, que según nuestro mapa del mundo, no coincide con la realidad, y que esa conducta nos afectará de forma negativa.

- Si lo que se nos dice sí es verdad. Reconocer ciertas cosas nos obliga a salir de nuestra zona de confort, lo que también puede causarnos dolor si no queremos hacerlo. Salir de la zona de confort significa hacer cambios, y a veces nos resistimos a ellos.

- Si lo que se nos dice nos cierra posibilidades de acción en el presente o en el futuro. Esto sucede cuando, por ejemplo, recibimos una negativa a una petición: confiábamos en que se nos concediera lo solicitado pero al negársenos se nos impiden acciones que considerábamos beneficiosas para nosotros.

De todas formas, en un proceso de coaching enfocaríamos no tanto lo que te han dicho sino más bien qué te estás diciendo para que te sea  doloroso. Una vez reconocido el poder de tales palabras abordaríamos la forma de modular a la baja tu sufrimiento empleando técnicas como la Resignificación, el Cambio de Creencias o la Escalera de Inferencias.

Piensa que, a veces, también nos duele que no se nos digan ciertas cosas, como un “gracias”, un “buen trabajo” o un “te quiero”.

lunes, 20 de julio de 2015

Diario del Coach - PLUTÓN




En lo único en lo que el ser humano puede predecir el futuro con certeza es en los eventos astronómicos. Me fascina cómo fue posible saber el 19 de enero de 2006 que la sonda New Horizons, lanzada ese día, sobrevolaría el lejano Plutón en torno al mediodía del 14 de julio de 2015. Pura matemática. Y lo alucinante es que para esta nave, o sea, para el deseo de saber del ser humano, Plutón no es en absoluto la última frontera: en 2018, New Horizons se adentrará en el enigmático Cinturón de Kuiper. Y cuando lo abandone, como ya pasó con la sonda Voyager, será catapultada al espacio interestelar. Como dijo el astrofísico Carl Sagan, una pequeña botella en el casi infinito océano cósmico…

En coaching trabajamos tu deseo de mejora continua. Es decir, unos objetivos se alcanzan y otros surgen en el horizonte de tu vida una y otra vez. Cuando comenzamos un proceso de coaching lo primero que hago es preguntar a la persona qué desea conseguir y casi inmediatamente nos damos cuenta de que esa meta, una vez dejada atrás, habrá abierto nuevas posibilidades que podrán también ser examinadas con el mismo procedimiento. Por fortuna, es una constante mientras estamos vivos: lo sucedido con la sonda es una metáfora de lo que nos pasa a cada uno de nosotros.

¿Cuál es ahora mismo ese Plutón en tu vida que deseas explorar, ese sueño que está en tu futuro más o menos inmediato que “tira de ti” para sacarte de la zona de confort en pos de una mejora significativa? Imagina por un momento que ya lo has conseguido: ¿qué será diferente? ¿Cómo te sentirás? ¿Para qué te servirá? Y una vez que eso ya forme parte de tu presente, ¿qué? ¿Hacia qué Cinturón de Kuiper personal te desplazarás?

lunes, 13 de julio de 2015

¿QUIERES SABER CÓMO DECIRLE A OTRA PERSONA LO QUE HA DE MEJORAR Y QUE, ENCIMA, TE LO AGRADEZCA?




Feedback es un término anglosajón que podemos traducir por “retroalimentación”, algo así como “alimentarme de la evaluación que comparten conmigo después de que me han observado”. Sin darnos cuenta, continuamente estamos feedbackeando a los demás, es decir, dando nuestra opinión sobre lo que vemos hacer a otras personas. Pero no te confundas, no es tan simple como parece, dado que un feedback no efectuado correctamente puede llegar a ser contraproducente porque acaso sea interpretado por tu interlocutor como una agresión. Aquí te muestro una estrategia sencilla para regalar tus feedbacks de forma “ecológica”: ¡hazlo con M.I.M.O.!

M de mantener. De acuerdo, has sido testigo de la conducta de alguien con quien vas a compartir tu opinión sobre eso que has observado. Comienza diciéndole lo que ha hecho bien, es decir, gratifica lo bueno, refuerza lo positivo, comienza con una “caricia” verbal. ¿Qué es importante que conserve en su manera de obrar?

I de incorporar. Y a eso que ya hace bien, ¿qué se le puede sumar para que lo haga todavía mejor? ¿Qué le ha faltado y en tu opinión ha de añadir? ¿Cuál sería la “cerecita encima de la tarta” que perfecciona su ejecución?

M de mejorar. Todo es perfectible. ¿Qué puede hacer esa persona de una manera distinta para, por ejemplo, conseguir el resultado que busca empleando menos recursos? Piensa: ¿qué puede perfeccionar? ¿Qué debería corregir?

O de omitir. Por último, ¿qué es lo que ha de ser eliminado de la acción? ¿Qué es lo que consideras que no ha de volver a hacer? Separa hechos de opiniones y proporciona argumentos objetivos en tu propuesta. Te garantizo que un feedback con esta fórmula genera gratitud en quien lo recibe.

miércoles, 8 de julio de 2015





Según la escritora estadounidense Maya Angelou, “las personas olvidarán lo que dijiste, las personas olvidarán lo que hiciste, pero las personas nunca olvidarán cómo los hiciste sentir”. La inteligencia emocional se basa en reconocer tanto las propias emociones como las de los demás, y actuar en consecuencia. Pero, ¿sabes cómo generar emociones positivas en quienes te rodean?

Uno de los clientes que puso en marcha conmigo un proceso de coaching me reveló que, por lo general, las personas no se sentían a gusto con él a pesar de que se esforzaba en ser amable y actuar con profesionalidad. Poco a poco descubrió ciertos aspectos de su conducta que podían explicar lo que sucedía: evitaba el contacto visual, rara vez sonreía, no empleaba el nombre de sus interlocutores mientras hablaba con ellos, estrechaba la mano de forma lánguida y húmeda… En otras palabras: su lenguaje corporal no estaba en consonancia con sus palabras, lo que generaba desconfianza y rechazo.

Indagando en a qué atribuía aquella disonancia llegó a la conclusión de que su pensamiento dominante cuando interactuaba con otras personas era que les iba a caer mal. Naturalmente, se trataba de una creencia irracional que, gracias al coaching, pudo sustituir por otra más potenciadora: que el mundo estaba deseando conocer sus ofertas y que estar con la gente era una experiencia deliciosa. “¡Parece magia!”, me dijo en una de las sesiones tras poner en práctica este reencuadre mental. “No lo es –le contesté yo-, sino la prueba de que el mundo funciona como un boomerang y nos devuelve aquello que le lanzamos”.

¿Y tú? ¿Qué pensamiento domina en ti cuando estás con los demás? ¿Cómo crees que afecta a tu conducta?