lunes, 8 de junio de 2015


 A ver si te suena esta situación: estás en tu centro de trabajo y reparas en que hay un compañero que, como es habitual, no tiene ganas de hacer nada. Y no sólo no se automotiva para cumplir con sus tareas, ¡sino que encima se queja! Con este tipo de personas puedes llegar a establecer una relación tóxica que acaso acabe con tu propia energía. Por eso lo denomino “vampiro desganado”. Pero relájate: el coaching puede ayudarte a lidiar con él.

Ante todo, toma conciencia de que la verbalización de sus quejas, la mayor parte de las veces, es una cortina de humo para que te despistes y no descubras sus errores o su propia incapacidad. Unas preguntas poderosas para desarmar sus argumentos pueden ser “¿cuál es específicamente tu petición?” o “¿qué necesitas para sacar adelante tu trabajo?”. Presta atención a si está utilizando su queja como una forma de llamar la atención para que seas tú u otro compañero quien “le saque las castañas del fuego”. Si ves que de verdad necesita ayuda, decide tú si se la prestas. Si está capacitado para hacer solo sus tareas pero no le da la gana, procura no sucumbir a su hechizo porque, si lo haces, te seguirá solicitando que hagas tú parte del trabajo que él no quiere hacer con la consecuente pérdida de tiempo que esto puede suponerte.

Lo que destartala a una persona así es que, tras unos minutos de charla, nos vayamos sin dar solución a su dificultad. Recuérdalo: multiplicas lo que justificas. Es más: pregúntate a ti mismo qué le estás impidiendo aprender con tu actitud salvadora, qué estás haciendo para que no acabe de tomar conciencia de que el 90% de nuestra motivación es endógena, y que sólo él puede generársela… ¡Si quiere, claro!

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